lunes, 2 de marzo de 2009

WILHELM UHDE (1874 – 1947) El “descubridor” de Rousseau y de Séraphine

Líder de la comunidad alemana en París.

Amigo de Braque y de Picasso.
Gran coleccionista e historiador del arte.

Más coleccionista que marchante, el nombre de Wilhelm Uhde se asocia con la vanguardia artística parisina de principios del siglo XX. Es conocido sobre todo por los pintores a los que consagró gran parte de su energía y de su fortuna, los “naifs” o ingenuos, a los que prefería llamar “primitivos modernos” y a los que también llamó “pintores del Sagrado Corazón” para la primera exposición que les dedicó en París en 1929.

Hijo de una familia burguesa prusiana, estudió Derecho antes de que un viaje a Florencia cambiara radicalmente su vida. Se trasladó a París en 1903 para estar más cerca del arte que “iba a ser” y no tardó en liderar la comunidad alemana, convirtiéndose en la figura central del Café de Dôme, donde se reunían sus compatriotas. En su búsqueda artística se dio cuenta enseguida del potencial y del carácter innovador de la pintura del Aduanero Rousseau. Además de ser de los primeros en comprarle cuadros, también le dedicará un libro en 1911, Henri Rousseau, le douanier” (Henri Rousseau, el aduanero).

Amigo de Braque, de Robert Delaunay (con cuya mujer Sonia estuvo casado durante un breve periodo), asiduo visitante de Picasso, que le hizo un retrato en 1907, es un personaje importante en los círculos artísticos. Aconsejó al joven Daniel-Henry Kahnweiler que visitara el taller del pintor malagueño en el Bateau-Lavoir, sellando así el destino de uno de los mayores marchantes del siglo pasado.

Al estallar la I Guerra Mundial, se vio obligado a regresar a Alemania sin su colección, requisada y dispersada por el Estado Francés.

No regresó a Francia hasta mediados de los años veinte. En 1927 volvió a encontrar a la mujer que limpiaba su piso antes de la guerra y a la que había alentado a seguir pintando. Se trataba de Séraphine Louis, a la que dedicó mucha energía y medios económicos.

Además de Séraphine, ayudó a otros “primitivos modernos”, como Louis Vivin, Camille Bombois, André Bauchant, que le fascinaban porque, en sus palabras “el objeto de su representación no es la apariencia de las cosas, sino la realidad superior que expresa el estado cósmico de las cosas...”

Despojado de la nacionalidad alemana en 1938, con sus bienes confiscados de nuevo por Francia (como las colecciones de su amigo Kahnweiler), pasó la guerra escondido en el suroeste de Francia. Falleció en París en 1947, después de haber hecho realidad el gran sueño de su “descubrimiento”: organizar una exposición dedicada íntegramente a Séraphine en 1945 en la Galerie de France.

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